No vendrá sobre ti la desgracia, ni mal alguno alcanzará tu tienda, porque el Señor es tu refugio, y has hecho del Altísimo tu amparo.
Tú que habitas al amparo del Altísimo, tú que vives al abrigo del Todopoderoso, di al Señor: «Tú eres mi refugio, mi baluarte, mi Dios en quien confío». Él te librará de la red del cazador y de la peste asoladora;
He elegido y consagrado este Templo que has construido como residencia perpetua de mi nombre: aquí estarán siempre mis ojos y mi corazón.
haré temblar a todas las naciones. Llegarán aquí todas las naciones con sus valiosos tesoros, y llenaré este Templo de esplendor —oráculo del Señor del universo—.
Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas.Graba en tu corazón estas palabras que hoy te he dicho.Incúlcaselas a tus hijos; háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas de camino, cuando te acuestes y cuando te levantes;átalas a tu muñeca como un signo; llévalas en tu frente como una señal;escríbelas en las jambas de tu casa y en tus puertas.
Graba en tu corazón estas palabras que hoy te he dicho.Incúlcaselas a tus hijos; háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas de camino, cuando te acuestes y cuando te levantes;
Dígnate, pues, bendecir a la dinastía de tu siervo, para que permanezca siempre en tu presencia. Tú, Señor Dios, has hablado y por tu bendición la dinastía de tu siervo será siempre bendita.
Si el Señor no construye la casa, en vano se afanan sus constructores; si el Señor no protege la ciudad, en vano vigila el centinela.
El Señor es mi bastión, mi baluarte, el que me salva; mi Dios es la fortaleza en que me resguardo; es mi escudo, mi refugio y mi defensa.
Pero, si les parece duro rendir culto al Señor, elijan hoy a quién quieren rendir culto, si a los dioses a quienes adoraron sus antepasados en Mesopotamia o a los dioses de los amorreos en cuyo país ustedes habitan ahora. Yo y mi casa rendiremos culto al Señor.
En paz me acuesto y al instante me duermo porque solo tú, Señor, me haces vivir tranquilo.
hasta que sean viejos seré el mismo, hasta que sean ancianos los sostendré; los he llevado y los llevaré, los sostendré y los salvaré.
Será tu esposa como parra fecunda en la intimidad de tu casa; serán tus hijos como ramas de olivo en torno a tu mesa. Así será bendecido todo el que venera al Señor:
Tú que habitas al amparo del Altísimo, tú que vives al abrigo del Todopoderoso, di al Señor: «Tú eres mi refugio, mi baluarte, mi Dios en quien confío».
Con sabiduría se edifica una casa, con inteligencia se consoliday con arte se llenan sus piezas de muebles confortables y valiosos.
Que el Señor los multiplique, a ustedes y a sus hijos, que sean bendecidos por el Señor, creador del cielo y de la tierra.
Feliz quien venera al Señor, quien marcha por sus caminos. Comerás del trabajo de tus manos, serás feliz y te irá bien. Será tu esposa como parra fecunda en la intimidad de tu casa; serán tus hijos como ramas de olivo en torno a tu mesa. Así será bendecido todo el que venera al Señor:
Mi pueblo habitará en plácidos pastos: confiados en sus moradas, satisfechos en sus casas,
Mi Dios, a su vez, rico y poderoso como es, proveerá a todas las necesidades que ustedes tengan, por medio de Jesucristo.
Crucen sus puertas dando gracias, sus atrios con alabanzas; denle gracias y bendigan su nombre,
Yo conozco mis designios sobre ustedes —oráculo del Señor—. Son designios de bienestar, no de desgracia, pues les ofrezco un futuro y una esperanza.
A Dios que, desplegando su poder sobre nosotros, es capaz de realizar todas las cosas incomparablemente mejor de cuanto pensamos o pedimos,
Reposarán bajo su parra y su higuera sin que nadie los moleste. Lo ha dicho el Señor del universo.
Que el mensaje de Cristo los llene con toda su riqueza y sabiduría para que sean maestros y consejeros los unos de los otros, cantando a Dios salmos, himnos y canciones inspiradas con un corazón profundamente agradecido.
Todo aquel que escucha mis palabras y obra en consecuencia, puede compararse a una persona sensata que construyó su casa sobre un cimiento de roca viva.Vinieron las lluvias, se desbordaron los ríos y los vientos soplaron violentamente contra la casa; pero no cayó, porque estaba construida sobre un cimiento de roca viva.
Que todos, como buenos administradores de los múltiples dones de Dios, pongan al servicio de los demás el don que recibieron.
No nos cansemos de hacer el bien, ya que, si no desfallecemos, a su tiempo recogeremos la cosecha.
La paz les dejo, mi paz les doy. Una paz que no es la que el mundo da. No vivan angustiados ni tengan miedo.
Era hombre religioso y, junto con su familia, rendía culto al Dios verdadero. Ayudaba generosamente con sus limosnas al pueblo necesitado y oraba a Dios continuamente.
Ámense de corazón unos a otros como hermanos y que cada uno aprecie a los otros más que a sí mismo.
Tuyos son, Señor, la grandeza, el poder, la gloria, el honor y la majestad, porque todo cuanto hay en cielo y tierra te pertenece, y ejerces el reinado y el dominio sobre todo.Tu presencia irradia riqueza y gloria, Tú eres soberano de todo, en tu mano están la fuerza y la grandeza y con tu mano engrandeces y fortaleces a todos.
Que el Dios de la esperanza llene de alegría y paz la fe que ustedes tienen, para que desborden de esperanza sostenidos por la fuerza del Espíritu.
Sean humildes, amables, comprensivos. Sopórtense unos a otros con amor.No ahorren esfuerzos para consolidar, con ataduras de paz, la unidad, que es fruto del Espíritu.
Sean, en cambio, bondadosos y compasivos los unos con los otros, perdonándose mutuamente como Dios los ha perdonado por medio de Cristo.
Ustedes, los maridos, amen a sus esposas, como Cristo amó a la Iglesia. Por ella entregó su vidaa fin de consagrarla a Dios, purificándola por medio del agua y la palabra.Se preparó así una Iglesia radiante, sin mancha, ni arruga, ni nada semejante; una Iglesia santa e inmaculada.Este es el modelo según el cual los maridos deben amar a sus esposas, como cuerpos suyos que son. El que ama a su esposa, a sí mismo se ama.
Ustedes, los hijos, obedezcan a sus padres como procede que lo hagan los creyentes.El primer mandamiento que lleva consigo una promesa es precisamente este: Honra a tu padre y a tu madre,a fin de que seas feliz y vivas largos años sobre la tierra.Y ustedes, los padres, no hagan de sus hijos unos resentidos; edúquenlos, más bien, instrúyanlos y corríjanlos como lo haría el Señor.
Sopórtense mutuamente y, así como el Señor los perdonó, perdónense también ustedes, cuando alguno tenga quejas contra otro.Y, por encima de todo, practiquen el amor, que todo lo vuelve perfecto.
Que el mensaje de Cristo los llene con toda su riqueza y sabiduría para que sean maestros y consejeros los unos de los otros, cantando a Dios salmos, himnos y canciones inspiradas con un corazón profundamente agradecido.En fin, cuanto hagan o digan, háganlo todo en nombre de Jesús, el Señor, dando gracias a Dios Padre por medio de él.
Ante todo, ámense entrañablemente unos a otros, pues el amor alcanza el perdón de los pecados por muchos que sean.Practiquen de buen grado la hospitalidad mutua.
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