Que el gozo de la esperanza en Cristo presida vuestra vida; que soportéis con paciencia los momentos de angustia, y que la oración esté siempre en vuestros labios y en vuestro corazón.
Alabemos al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en su infinita misericordia y gracias a Jesucristo resucitado de los muertos, nos concedió el privilegio de nacer de nuevo y disfrutar de una esperanza viva,
Y la esperanza no defrauda, sino que ayuda a superar cualquier circunstancia adversa, sabiendo que Dios nos ha llenado con el don del Espíritu Santo y que, por medio de él, ha derramado su amor en nuestro corazón.
Porque en esperanza ya hemos sido salvados, pero todavía no hemos visto la herencia prometida, aunque la aguardamos con la firme esperanza de recibirla en su debido momento.
Que la alegría presida vuestra vida. Nunca dejéis de orar. Dad gracias en todo momento y circunstancia, porque esto quiere Dios de quienes pertenecen a Cristo Jesús.
Esta esperanza cierta de salvación es para nuestra vida como un ancla segura y firme, que traspasa el velo y penetra hasta el interior,
Pero después que hayáis padecido por un poco de tiempo, el Dios de toda gracia, que nos ha llamado a su gloria eterna por medio de Jesucristo, os restaurará y dará seguridad, os fortalecerá y afianzará vuestra fe.
Por lo cual no nos damos nunca por vencidos, pues aunque nuestra naturaleza física se va desgastando exteriormente, nuestro ser interior, espiritual, se renueva y fortalece de día en día.
De este modo podremos afirmar sin temor alguno, con plena seguridad: 'El Señor es quien me ayuda; no tendré miedode lo que pueda hacerme el hombre'.
Hijitos, vosotros sois de Dios y habéis vencido a los enemigos de Cristo, porque el Espíritu que está en vosotros es mayor que el espíritu que está en el mundo.
Que el mismo Señor Jesucristo, y Dios nuestro Padre, que nos amó y que por pura gracia nos dio eterno consuelo y una esperanza que no tiene parangón, os consuele y os confirme en todo lo bueno que digáis y hagáis.
Por tanto, queridos hermanos, permaneced firmes, sed constantes y trabajad siempre en la obra del Señor, porque nada de lo que hagáis para él será en vano.
Enjugará las lágrimas que les broten de los ojos, y la muerte no será más, y no habrá ya tristeza ni clamor ni sufrimiento, porque todo eso habrá pasado y dejado de existir.
Mi paz os dejo, mi paz os doy; pero la paz que yo os doy no es como la que ofrece el mundo. No estéis, pues, preocupados ni temerosos.
y estamos seguros de que Dios nos escuchará siempre que le pidamos algo de acuerdo con su voluntad.
Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad los unos por los otros para que todos seáis sanados, porque la oración ferviente de una persona justa es muy eficaz.
No, hermanos, todavía no soy como debo ser; pero, eso sí, olvidando las cosas que voy dejando atrás y mirando a lo que está delante, procuro alcanzar la meta y recibir el premio celestial al que Dios me ha llamado por medio de Cristo Jesús.
Pero, a pesar de todo, nuestra victoria es total y definitiva gracias al amor de Jesucristo.
puestos los ojos en Jesús, el autor y perfeccionador de la fe, a quien no le importó sufrir el oprobio de la muerte vergonzosa en una cruz, sino que aceptó morir en ella sabiendo el gozo que le esperaba. Miremos, pues, a Jesús, que ahora ocupa el lugar de honor a la derecha de Dios.
y sin cesar os mencionamos ante nuestro Dios y Padre, recordando vuestra fe firme y activa, las obras a las que os mueve el amor y la perseverante esperanza que habéis puesto en nuestro Señor Jesucristo.
El ladrón sólo viene a robar, matar y destruir; pero yo he venido para darles vida, una vida rica y permanente.
Depositad en Dios todas vuestras ansiedades, porque él nunca dejará de cuidar de vosotros.
Porque el Espíritu con que Dios nos ha dotado no es de cobardía, sino de fortaleza, amor y dominio de uno mismo.
Todo esto hace que nos sintamos gozosos incluso en situaciones adversas y aflictivas, porque las aflicciones nos enseñan a tener paciencia, la paciencia genera fortaleza de carácter y la fortaleza de carácter es principio de esperanza.
Huid de la avaricia y contentaos con lo que ya tenéis, pues el Señor dijo: 'No te desampararé ni te dejaré'.
Recordad que toda tentación o toda prueba que os sobrevenga es cosa humana; pero recordad también que Dios, en su fidelidad, no permitirá que seáis tentados más allá de lo que podáis soportar, sino que, al llegar las pruebas, él os dará la forma de salir de ellas. Las fiestas idólatras y la Cena del Señor
Os he dicho todas estas cosas para que en mí encontréis vuestra paz. Siempre tendréis en el mundo pruebas que os afligirán, pero confiad en mí, porque yo he vencido al mundo.
Mantengamos con firmeza, sin vacilar, el testimonio de la esperanza de nuestra salvación; pues Dios, que hizo la promesa, es absolutamente fiel y no dejará de cumplirla.
Por lo tanto, gentiles, que el Dios que os ha dado la esperanza os colme de dicha y de paz por haber creído en él. Que reboséis de esperanza mediante el poder del Espíritu Santo que habita en vosotros. Pablo, ministro de los gentiles
Por eso, aunque los problemas nos acosan, no nos angustian; aunque nos vemos en apuros, no desesperamos; nos persiguen, pero Dios no nos abandona; nos derriban, pero no nos destruyen.
Sabemos también que a quienes aman a Dios y responden a su llamamiento para entrar a formar parte de su plan, todo cuanto pueda sucederles redundará en su propio beneficio.
No os preocupéis por nada, pero orad sin cesar, suplicando a Dios por vuestras necesidades y no olvidando darle gracias por todo. Hacedlo así, y la paz de Dios, que supera toda capacidad humana de comprensión, guardará vuestros pensamientos y vuestro corazón unidos a Cristo Jesús.
Acerca de esto quiero hacer constar mi absoluta convicción de que nuestros sufrimientos actuales no pueden compararse con la gloria de la vida eterna que Dios nos dará.
Y todo aquel que tenga puesta en él 'su esperanza, se purifica a sí mismo para ser puro como él lo es.
A Dios, que es poderoso para hacer todas las cosas y actuar en nosotros mucho más eficazmente de lo que podemos pedir y entender,
y tres veces me ha respondido: 'Con mi gracia tienes bastante, porque mi poder se hace más evidente cuando actúa sobre la debilidad humana'. Por tanto, de buena gana seguiré presumiendo de mis debilidades más que de ninguna otra cosa, porque por medio de ellas actúa en mí el poder de Cristo.
Y estoy seguro de que Dios, que en vosotros comenzó la buena obra, la perfeccionará hasta el día en que regrese Jesucristo.
Dichoso el hombre que no cede a la tentación, porque un día, habiendo soportado la prueba, recibirá la corona de vida que Dios ha prometido a los que le aman.
¡Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre lleno de misericordia y Dios de todo consuelo! Él nos da siempre el aliento que necesitamos para superar toda tribulación y para que, de la misma manera que él nos anima y consuela, también nosotros seamos capaces de consolar a otros que se encuentren atribulados.
Ante todo esto, ¿qué podríamos decir? Si Dios está con nosotros, ¿quién puede estar contra nosotros?
De modo que no os preocupéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá sus preocupaciones. Bástenle a cada día sus propios problemas.
Con esa confianza acerquémonos al trono de la gracia, que es el trono de Dios, a fin de hallar gracia y auxilio para el momento oportuno.
Esto se escribió tiempo atrás para nuestra instrucción, a fin de que, gracias a la paciencia y el aliento que recibimos de las Escrituras, miremos siempre adelante llenos de esperanza.
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