Dios nos ha regalado a una madre valiente y luchadora, un tesoro sin precio. Ella nos anima a seguir adelante y a pelear cada día. Sin duda, Dios la puso en nuestras vidas para cuidarnos, educarnos y amarnos, enseñándonos el valor de la vida y la familia. Oremos por ella siempre, para que Dios la llene de su presencia, renueve sus fuerzas y la mantenga a nuestro lado con salud y fortaleza. Honrémosla cada día y recordemos todo lo que ha hecho por nosotros. Valorémosla, atendamos sus oraciones, palabras y abrazos, y mantengamos un corazón sensible a sus necesidades. Agradezcamos a Dios en todo momento, tanto en la adversidad como en la prosperidad, y así encontraremos la verdadera libertad y la felicidad.
Jehová está en medio de ti, poderoso, él salvará; se gozará sobre ti con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cánticos.
Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas.
El corazón de su marido está en ella confiado, Y no carecerá de ganancias.
Le da ella bien y no mal Todos los días de su vida.
Busca lana y lino, Y con voluntad trabaja con sus manos.
Es como nave de mercader; Trae su pan de lejos.
Se levanta aun de noche Y da comida a su familia Y ración a sus criadas.
Considera la heredad, y la compra, Y planta viña del fruto de sus manos.
Ciñe de fuerza sus lomos, Y esfuerza sus brazos.
Ve que van bien sus negocios; Su lámpara no se apaga de noche.
Aplica su mano al huso, Y sus manos a la rueca.
Alarga su mano al pobre, Y extiende sus manos al menesteroso.
No tiene temor de la nieve por su familia, Porque toda su familia está vestida de ropas dobles.
Ella se hace tapices; De lino fino y púrpura es su vestido.
Su marido es conocido en las puertas, Cuando se sienta con los ancianos de la tierra.
Hace telas, y vende, Y da cintas al mercader.
Fuerza y honor son su vestidura; Y se ríe de lo por venir.
Abre su boca con sabiduría, Y la ley de clemencia está en su lengua.
Considera los caminos de su casa, Y no come el pan de balde.
Se levantan sus hijos y la llaman bienaventurada; Y su marido también la alaba:
Muchas mujeres hicieron el bien; Mas tú sobrepasas a todas.
Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; La mujer que teme a Jehová, esa será alabada.
Dadle del fruto de sus manos, Y alábenla en las puertas sus hechos.
Jehová te bendiga, y te guarde;
Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia;
Jehová alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz.
¡Jehová Dios de vuestros padres os haga mil veces más de lo que ahora sois, y os bendiga, como os ha prometido!
El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece;
no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor;
no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad.
Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
Te envíe ayuda desde el santuario, Y desde Sion te sostenga.
Haga memoria de todas tus ofrendas, Y acepte tu holocausto. Selah
Te dé conforme al deseo de tu corazón, Y cumpla todo tu consejo.
Porque tú formaste mis entrañas; Tú me hiciste en el vientre de mi madre.
Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; Estoy maravillado, Y mi alma lo sabe muy bien.
Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo.
Guarda, hijo mío, el mandamiento de tu padre, Y no dejes la enseñanza de tu madre;
Átalos siempre en tu corazón, Enlázalos a tu cuello.
de cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar; y tu descendencia poseerá las puertas de sus enemigos.
He aquí, herencia de Jehová son los hijos; Cosa de estima el fruto del vientre.
Como saetas en mano del valiente, Así son los hijos habidos en la juventud.
Bienaventurado el hombre que llenó su aljaba de ellos; No será avergonzado Cuando hablare con los enemigos en la puerta.