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Cantares 8:12 - La Biblia Textual 3a Edicion

Él Mi viña, que es mía, está delante de mí. Tú, oh Salomón, tendrás los mil, Y los que guardan su fruto doscientos.

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Biblia Reina Valera 1960

Mi viña, que es mía, está delante de mí; Las mil serán tuyas, oh Salomón, Y doscientas para los que guardan su fruto.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Sin embargo, yo soy la dueña de mi viñedo y yo decido a quién dárselo, y Salomón no tiene que pagar mil monedas de plata; pero yo daré doscientas monedas a quienes cuiden de sus vides.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Mi viña es sólo para mí y yo no más la cuido. Mil siclos para ti, Salomón, doscientos para los guardianes.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Mi viña, la que es mía, la retengo. Para ti, Salomón, los mil siclos, y da doscientos a los guardas.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Mi viña, que es mía, está delante de mí; las mil serán tuyas, oh Salomón, y doscientas, para los que guardan su fruto.

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Biblia Traducción en Lenguaje Actual

Tú, Salomón, puedes quedarte con mil monedas; y que tu gente se quede solo con doscientas. ¡Yo me quedo con mi viña, pues solo a mí me pertenece!

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Cantares 8:12
14 Mga Krus na Reperensya  

Quien cuida la higuera comerá higos, Y el que custodia a su amo recibirá honores.


Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón, Porque de él mana la vida.


No reparéis en que soy muy morena, Porque el sol me ha mirado. Los hijos de mi madre se airaron contra mí, Me pusieron a guardar las viñas, Y mi viña, que era mía, no la guardé.


Ella Como el manzano entre los árboles del bosque, Así es mi amado entre los jóvenes. A su sombra he deseado sentarme, Y comer sus dulces frutos.


Coro Salomón tuvo una viña en Baal-hamón. Arrendó la viña a los guardas, Que le traen por su fruto, Cada uno mil siclos° de plata.


Ella ¡Oh, tú que habitas en los huertos, Los compañeros anhelan oír tu voz! ¡Házmela oír!


Tened cuidado de vosotros mismos y de todo el rebaño en que el Espíritu Santo os puso por obispos para apacentar la iglesia de Dios,° que adquirió mediante su propia sangre.


Porque fuisteis comprados por precio. Glorificad, por tanto, a Dios en vuestro cuerpo.°


y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para Aquél que murió y resucitó por ellos.


Porque ¿cuál es nuestra esperanza, o regocijo, o corona en que nos gloriamos? ¿No lo sois vosotros mismos delante de nuestro Señor Jesús° al tiempo de su advenimiento?