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Eclesiastés 3:7 - Biblia Torres Amat 1825

7 Tiempo de rasgar y tiempo de coser; tiempo de callar y tiempo de hablar.

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Biblia Reina Valera 1960

7 tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 Un tiempo para rasgar y un tiempo para remendar. Un tiempo para callar y un tiempo para hablar.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 tiempo para rasgar y tiempo para coser; tiempo para callarse y tiempo para hablar;'

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 Tiempo de romper y tiempo de coser, Tiempo de callar y tiempo de hablar,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 Hay tiempo de rasgar y tiempo de coser. Hay tiempo de callar y tiempo de hablar.

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Eclesiastés 3:7
32 Перекрёстные ссылки  

No confíes en el amigo; ni os fíes del que gobierna. No descubras los secretos de tu corazón a la que duerme contigo.


Por este motivo el prudente callará en aquel tiempo, porque es tiempo aciago.


porque nosotros no podemos menos de hablar lo que hemos visto y oído.


Se estará quieto y callado, porque ha tomado sobre sí el yugo.


Y rasgad vuestros corazones, y no vuestros vestidos; y convertíos al Señor Dios vuestro, puesto que el Señor es benigno y misericordioso, y paciente, y de mucha clemencia, e inclinado a suspender el castigo.


Porque así yo como mi nación estamos condenados a la ruina, al degüello, al exterminio. Ojalá que al menos fuésemos vendidos por esclavos y esclavas; el mal sería tolerable, y me contentaría con gemir en silencio; mas ahora tenemos por enemigo un hombre, cuya crueldad redunda contra el rey.


Y en aquel día darán un estallido los quicios del templo, dice el Señor Dios, serán muchos los que perezcan; y reinará por todas partes el silencio de la muerte.


¿Por qué nos estamos aquí quietos?, dirán ellos, juntémonos y entremos en la ciudad fuerte, y estémonos allí callando; puesto que el Señor Dios nuestro nos ha condenado al silencio, y nos ha dado a beber agua de hiel por haber pecado contra el Señor.


Y en seguida Eliacim, hijo de Helcías, mayordomo mayor del palacio, y Sobna, doctor de la ley, y Joahe, hijo de Asaf, canciller, rasgados sus vestidos, volvieron a Ezequías y le refirieron las palabras de Rabsaces.


Enmudecí y me humillé, y me abstuve de responder aun cosas buenas; con lo cual se aumentó mi dolor.


Oído esto, rasgó el rey sus vestidos, y prosiguió andando por la muralla; y vio todo el pueblo el cilicio o saco que llevaba vestido a raíz de sus carnes.


Leído que hubo la carta el rey de Israel, rasgó sus vestidos, y dijo: ¿Soy yo por ventura Dios, que pueda quitar y dar la vida, para que éste me envíe a decir que yo cure a un hombre de la lepra? Reparad, y veréis cómo anda buscando pretextos contra mí.


Mas así que Acab oyó estas palabras, rasgó sus vestidos, cubrió su carne con un cilicio, ayunó, y durmió envuelto en el saco de penitencia, y andaba cabizbajo o humillado.


David dijo a Joab y a todo el pueblo que estaba con él: Rasgad vuestros vestidos, y vestíos de sacos, y haced duelo en los funerales de Abner. El mismo rey David iba siguiendo el féretro.


Al punto David asió sus vestidos, y los rasgó, haciendo lo mismo cuantos le acompañaban.


Porque yo no puedo volver a mi padre sin el muchacho, por no presenciar la extrema aflicción que ha de acabar con él.


Entonces Judá, acercándose más a José, dijo alentadamente: Permite, ¡oh señor mío!, que tu siervo hable una palabra en tus oídos, y no te enojes contra tu esclavo, porque tú eres después del faraón.


Y rasgándose los vestidos, se vistió de cilicio, llorando por mucho tiempo a su hijo.


Vuelto Rubén a la cisterna, no halló al muchacho;


Se puso luego Pedro en camino con ellos. Llegado que fue, le condujeron al aposento alto, y se halló rodeado de todas las viudas, que llorando le mostraban las túnicas y los vestidos que Dorcas les hacía.


Y así ni el rey, ni ninguno de sus cortesanos que oyeron todas estas palabras o amenazas, temieron por esto, ni rasgaron sus vestiduras en señal de dolor.


y estuvieron con él sentados en el suelo siete días y siete noches, sin hablarle palabra, al ver que su dolor era tan vehemente.


Tiempo de ganar tiempo y tiempo de perder; tiempo de conservar y tiempo de arrojar.


Le respondió Saúl: Nos hizo saber que habían aparecido las burras. Mas no le descubrió nada de lo que Samuel le había dicho acerca del reino.


A todo esto calló el pueblo, y no le respondió palabra; pues habían tenido orden del rey de no dar ninguna respuesta.


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