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Proverbios 27:4 - Biblia Nacar-Colunga

4 Cruel es la ira, furiosa la cólera, pero ¿quién podrá parar ante la envidia?

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Больше версий

Biblia Reina Valera 1960

4 Cruel es la ira, e impetuoso el furor; Mas ¿quién podrá sostenerse delante de la envidia?

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 El enojo es cruel, y la ira es como una inundación, pero los celos son aún más peligrosos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 La cólera es cruel, el furor tiene sus excesos, pero ¿quién puede hacer frente a la envidia?

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 Cruel es la furia e impetuosa la ira, Pero ¿quién resistirá a los celos?

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 Cruel es el furor, hirviente la cólera, pero ¿quién resistirá a los celos?

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Proverbios 27:4
18 Перекрёстные ссылки  

porque los celos del marido le ponen furioso y no perdona el día de la venganza.


Corazón apacible es vida del cuerpo, y la envidia es la caries de los huesos.


Pero los patriarcas, por envidia de José, vendieron a éste para Egipto;'


Pues sabía que por envidia se lo habían entregado.


Porque al insensato le mata el enojo, y al necio la cólera.


No como Caín, que, inspirado del maligno, mató a su hermano. ¿Y por qué lo mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano, justas.


Pero los judíos, movidos de envidia, reunieron algunos hombres malos de la calle, promovieron un alboroto en la ciudad y se presentaron ante la casa de Jasón buscando a Pablo y a Silas para llevarlos ante el pueblo.


Esposa. Ponme como un sello sobre tu corazón, ponme en tu brazo como sello. Que es fuerte el amor como la muerte y son como el “seol” duros los celos. Son sus dardos saetas encendidas, son llamas de Yahvé.


Sus hermanos le envidiaban, pero a su padre le daba qué pensar.


Tenía mucha hacienda de ovejas y bueyes y mucha servidumbre, y los filisteos llegaron a envidiarle.


y a llenarse de toda injusticia, malicia, avaricia, maldad; llenos de envidia, dados al homicidio, a contiendas, a engaños, a malignidad; chismosos,'


Con esto levantándose el sumo sacerdote y todos los suyos, de la secta de los saduceos, llenos de envidia,


Pesada es la piedra, pesada la arena, pero la ira del necio es más pesada que ambas cosas.


Pero Onán, sabiendo que la prole no era suya, cuando entraba a la mujer de su hermano, se derramaba en tierra para no dar prole a su hermano.


Desde entonces miraba Saúl a David con malos ojos.


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