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Nahúm 3:18 - Biblia Nacar-Colunga

18 Tus pastores, ¡oh rey de Asur! están dormidos; tus grandes, tumbados; tu pueblo está disperso por los montes, sin que haya quien le congregue.'

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Biblia Reina Valera 1960

18 Durmieron tus pastores, oh rey de Asiria, reposaron tus valientes; tu pueblo se derramó por los montes, y no hay quien lo junte.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

18 Tus pastores duermen, oh rey asirio; tus príncipes yacen muertos en el polvo. Tu pueblo está disperso por las montañas, sin nadie que lo reúna.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

18 Dormidos están tus pastores, ¡oh rey de Asur! Duermen también tus capitanes, tu pueblo está disperso por los montes, y no hay quién lo reúna.

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La Biblia Textual 3a Edicion

18 ¡Oh rey de Asiria, tus pastores se han dormido! Tus capitanes están tumbados, Tu tropa está dispersa por los montes, Y no hay quien la reúna.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

18 Duermen tus pastores, ¡oh rey de Asiria! Descansan tus oficiales. Tu pueblo anda disperso por los montes y no hay quien lo congregue.

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Nahúm 3:18
13 Перекрёстные ссылки  

Miqueas respondió: “Yo he visto a todo Israel disperso por los montes, como ovejas sin pastor, y Yahvé me dijo: Son gentes que no tienen señor; que se vuelva cada uno en paz a su casa.”


Y emborracharé a sus grandes, a sus sabios, a sus jefes, a sus magistrados, a sus guerreros, y dormirán un sueño eterno, del que no despertarán, oráculo del Rey, cuyo nombre es Yahvé de los ejércitos.


Por eso así dice Yahvé de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí que castigaré al rey de Babel y a su tierra, como castigué al rey de Asiría.


Entonces, como cierva asustadiza, como ovejas sin pastor, se irá cada uno a su pueblo, huirá cada uno a su tierra.


Los reyes de la tierra, y los magnates, y los tribunos, y los ricos, y los poderosos, y todo siervo, y todo libre se ocultaron en las cuevas y en las peñas de los montes.


En su fiebre, yo les prepararé la bebida, los embriagaré para que se adormilen y duerman el sueño eterno, del que no despertarán, oráculo de Yahvé.


Desciende y siéntate en el polvo, virgen hija de Babilonia. No más trono, siéntate en la tierra, hija de los caldeos. Ya no te llamarán más la delicada y tierna.


Cayeron sobre ellos el espanto y la angustia. Por la fuerza de tu brazo se quedaron inmóviles como una hasta que tu pueblo, ¡oh Yahvé!, pasó; piedra, hasta que pasó el pueblo que redimiste.'


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