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Mateo 6:9 - Biblia Nacar-Colunga

9 Así, pues, habéis de orar vosotros: Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu nombre,

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Больше версий

Biblia Reina Valera 1960

9 Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

9 Ora de la siguiente manera: Padre nuestro que estás en el cielo, que sea siempre santo tu nombre.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

9 Ustedes, pues, recen así: Padre nuestro, que estás en el Cielo, santificado sea tu Nombre,

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La Biblia Textual 3a Edicion

9 Vosotros pues, orad así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

9 Vosotros, pues, orad así: Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre;

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Mateo 6:9
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Digno eres, Señor, Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder, porque tú creaste todas las cosas y por tu voluntad existen y fueron creadas.


Que no habéis recibido el espíritu de siervos para recaer en el temor, antes habéis recibido el espíritu de adopción, por el que clamamos: ¡Abba, Padre!


Yo santificaré mi nombre grande, profanado entre las gentes a causa de vosotros en medio de ellas, y sabrán las gentes que yo soy Yahvé, dice el Señor, Yahvé, cuando yo me santificare en vosotros a sus ojos.


Porque desde el fondo del sol hasta el ocaso es grande mi nombre entre las gentes, y en todo lugar ha de ofrecerse a mi nombre un sacrificio humeante y una oblación pura, pues grande es mi nombre entre las gentes, dice Yahvé de los ejércitos.


Pe Envió la redención a su pueblo, Sade ratificó eternamente su alianza. Qof Su nombre es santo y terrible.


(7) Mas ahora, ¡oh Yahvé! tú eres nuestro Padre; nosotros somos la arcilla, y tú nuestro alfarero, todos somos obra de tus manos.'


porque así dice el Altísimo, cuya morada es eterna y cuyo nombre es santo: Yo habito en un lugar elevado y santo, pero también con el contrito y humillado, para hacer revivir el espíritu de los humillados y reanimar los corazones contritos.


Y por ser hijos, envió Dios a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que grita: ¡Abba, Padre!


y con las otras dos volaban, y los unos y los otros se gritaban y se respondían: Santo, Santo, Santo, Yahvé de los ejércitos! Está la tierra llena de su gloria.


que decían a grandes voces: Digno es el Cordero, que ha sido degollado, de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fortaleza, el honor, la gloria y la bendición.


Está nuestro Dios en los cielos, y puede hacer cuanto quiere.


Dijeron los levitas Josué, Cadmiel, Baní, Jasábanlas, Serebías, Odias, Sebanías y Petajya: “Levantaos, bendecid a Yahvé, vuestro Dios, por los siglos de los siglos. Bendito sea su glorioso nombre sobre toda alabanza y bendición.”


Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre, que está en los cielos, dará cosas buenas a quien se las pide!


Porque tú eres nuestro padre, pues Abraham no nos conoce ni Israel nos reconoce, pero tú eres, ¡oh Yahvé! nuestro Padre, y “Redentor nuestro” es tu nombre desde la eternidad.


Sea bendito el nombre de Yahvé, Dios de Israel, el único que hace maravillas.


Yo os digo que no beberé más de este fruto de la vid hasta el día que lo beba con vosotros nuevo en el reino de mi Padre.


Ni llaméis padre a nadie sobre la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el que está en los cielos.


Así ha de lucir vuestra luz ante los hombres, para que, viendo vuestras buenas obras, glorifiquen a vuestro Padre, que está en los cielos.


dijo: “Yahvé, Dios de nuestros padres: ¿No eres tú Dios en los cielos y no eres tú quien domina a todos los reinos de las gentes? ¿No eres tú quien tiene en su mano la fuerza y la potencia, a que nadie puede resistir?


Me levantaré e iré a mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.


Y reinará Yahvé sobre la tierra toda, y Yahvé será único, y único su nombre.


óyele desde los cielos, desde el lugar de tu morada, y otorga a ese extranjero lo que pida, para que todos los pueblos de la tierra conozcan tu nombre para temerte como tu pueblo, Israel, y sepan que tu nombre es invocado en esta casa que yo he edificado.


Llenaráse la tierra del conocimiento de la gloria de Yahvé como las aguas llenan el mar.


y me magnificaré y haré muestra de mi santidad, y me daré a conocer a pueblos numerosos, que sabrán que yo soy Yahvé.


Que perdure, para que tu nombre sea glorificado por siempre y se diga: Yahvé Sebaot, Dios de Israel, es en verdad un Dios para Israel. Y que la casa de David, tu siervo, sea firme ante ti,


y sea glorificado por siempre tu nombre; y dígase: Yahvé Sebaot es el Dios de Israel. Sea firme ante ti la casa de tu siervo David,'


Y si llamáis Padre al que sin acepción de personas juzga a cada cual según sus obras, vivid con temor todo el tiempo de vuestra peregrinación,


el único inmortal, que habita una luz inaccesible, a quien ningún hombre vio ni puede ver, al cual el honor y el imperio eterno. Amén.


Díjole el hijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo.'


“Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad.”


Así dice Yahvé: El cielo es mi trono, y la tierra el escabel de mis pies. ¿Qué casa podrías edificarme? ¿En qué lugar moraría yo?


Porque, si vosotros perdonáis a otros sus faltas, también os perdonará a vosotros vuestro Padre celestial.


Tú, cuando ores, entra en tu cámara y, cerrada la puerta, ora a tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo dará.'


Sed, pues, perfectos, como perfecto es vuestro Padre, celestial.


Dijo Moisés a Aarón: “Esto es lo que declaró Yahvé al decir: Yo me mostraré santo en aquellos que se me acercan y glorificado ante el pueblo todo.” Aarón calló.


Pablo, apóstol, no de hombres ni por hombres, sino por Jesucristo y por Dios Padre, que le resucitó de entre los muertos,


Jesús le dijo: Deja ya de retenerme, porque aún no he subido al Padre; pero ve a mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios.'


De nuevo, por segunda vez, fue a orar, diciendo: Padre mío, si esto no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad.


Ahora, Yahvé, Dios nuestro, líbranos de sus manos, y aprendan todos los reinos de la tierra que tú eres el Dios único.


a todos los amados de Dios, llamados santos, que están en Roma, la gracia y la paz con vosotros de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.


¿No se venden dos pajaritos por un as? Sin embargo, ni uno de ellos cae a tierra sin la voluntad de vuestro Padre.


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