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Isaías 47:7 - Biblia Nacar-Colunga

7 Tú decías: Yo seré siempre, por siempre señora, y no reflexionaste, no pensaste en tu fin.

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Больше версий

Biblia Reina Valera 1960

7 Dijiste: Para siempre seré señora; y no has pensado en esto, ni te acordaste de tu postrimería.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 Dijiste: “¡Reinaré para siempre, como reina del mundo!”. No reflexionaste sobre lo que hacías, ni pensaste en las consecuencias.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 Tú decías: 'Para siempre dominaré. Y no te fijabas en lo que sucedía, ni pensabas cuál sería el fin.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 Diciéndote: Seré señora por siempre jamás; Sin considerar esto, sin pensar en el desenlace.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 Dijiste: 'Siempre seré soberana, por siempre jamás'. No consideraste estas cosas, no recordaste su desenlace.

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Isaías 47:7
18 Перекрёстные ссылки  

Si fueran sabios, comprenderían esto y atenderían a lo que les espera.


Siéntate en silencio, súmete en tinieblas, ¡hija de los caldeos! Ya nunca más te llamarán soberana de los reinos.


los profetas profetizaron mentira, los enseñan por su propia cuenta, y mi pueblo gustaba de esto. ¿Qué cosas, pues, habrán de acontecer al fin?


Sabe, ¡oh rey Nabucodonosor! que te va a ser quitado el reino. Te arrojarán de en medio de los hombres, morarás con las bestias del campo y te darán a comer hierba como a los bueyes, y pasarán sobre ti siete tiempos hasta que sepas que el Altísimo es dueño del reino de los hombres y se lo da a quien le place.


habla y di: Así dice el Señor, Yahvé: Heme aquí contra ti, ¡oh faraón! rey de Egipto. Cocodrilo gigantesco echado en medio de tus ríos, te dijiste: Míos son los ríos, yo mismo los he excavado.


Hijo de hombre, di al príncipe de Tiro: Así habla el Señor, Yahvé: Por cuanto se ensoberbeció tu corazón y dijiste: “Soy un dios, habito en la morada de Dios, en el corazón de los mares,” y siendo tú un hombre, no un dios, igualaste tu corazón al corazón de Dios,


Y El derramó el fuego de su ira con los furores de la guerra, que se encendieron en torno a él, pero no comprendió; le quemaron, mas no hizo caso.'


cuanto se envaneció y entregó al lujo, dadle otro tanto de tormento y duelo. Ya que dijo en su corazón: Como reina estoy sentada, yo no soy viuda ni veré duelo jamás;'


El justo perece, y no hay quien pare mientes; desaparecen los piadosos, y no hay quien entienda que el justo es arrebatado ante el mal'


¿De quién temes, que te asustas, para renegar de mí, para no acordarte de mí ni hacerme caso? ¿No me he callado y he cerrado los ojos, y tú no me temiste?


Tet. — Su inmundicia manchaba sus vestiduras, y no se cuidaba de su fin, y cayó de modo sorprendente, sin que nadie la consolara. Mira, ¡oh Yahvé! mi aflicción, mira la arrogancia del enemigo.


Mira, hijo de hombre, así habla Yahvé: Es el fin para la tierra de Israel, viene el fin sobre los cuatro confines de la tierra.


Vinieron, pues, los magos, los astrólogos, los caldeos y los adivinos, y les expuse el sueño; pero nunca pudieron darme la interpretación,'


El faraón se volvió, y entró en su palacio sin hacer caso.


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