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Apocalipsis 21:21 - Biblia Nacar-Colunga

21 Las doce puertas eran doce perlas, cada una de las puertas era una perla, y la plaza de la ciudad era de oro puro, como vidrio transparente.

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Больше версий

Biblia Reina Valera 1960

21 Las doce puertas eran doce perlas; cada una de las puertas era una perla. Y la calle de la ciudad era de oro puro, transparente como vidrio.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

21 Las doce puertas estaban hechas de perlas, ¡cada puerta hecha de una sola perla! Y la calle principal era de oro puro y tan cristalino como el vidrio.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

21 Las doce puertas son doce perlas, cada puerta está hecha de una sola perla. La plaza de la ciudad está pavimentada con oro refinado, transparente como cristal.

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La Biblia Textual 3a Edicion

21 Las doce puertas son doce perlas:° cada una de las puertas era de una sola perla, y la plaza° de la ciudad era de oro puro, transparente como el cristal.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

21 Las doce puertas eran doce perlas; cada una de las puertas estaba hecha de una sola perla. La plaza de la ciudad es de oro puro, como cristal brillante.

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Apocalipsis 21:21
10 Перекрёстные ссылки  

Su muro era de jaspe, y la ciudad oro puro, semejante al vidrio puro;'


La mujer estaba vestida de púrpura y grana, y adornada de oro y piedras preciosas y perlas, y tenía en su mano una copa de oro, llena de abominaciones y de las impurezas de su fornicación.


En medio de la calle y a un lado y otro del río había un árbol de vida que daba doce frutos, cada fruto en su mes, y las hojas del árbol eran saludables para las naciones.


¡Ay, ay de la ciudad grande, que se vestía de lino, púrpura y grana, y se adornaba de oro, piedras preciosas y perlas, porque en una hora quedó devastada tanta riqueza!


El “debir” tenía veinte codos de largo, veinte codos de ancho y veinte de alto, y lo revistió de oro purísimo. Hizo un altar de madera de cedro


Delante del trono había como un mar de vidrio semejante al cristal, y en medio del trono y en rededor de él, cuatro vivientes, llenos de ojos por delante y por detrás.


El que hablaba conmigo tenía una medida, una caña de oro, para medir la ciudad, sus puertas y su muro.


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