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1 Reyes 8:32 - Biblia Nacar-Colunga

32 oye tú desde los cielos, y obra juzgando a tus siervos, condenando al impío, haciendo recaer su maldad sobre su cabeza y justificando al justo para retribuirle según su justicia.

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Больше версий

Biblia Reina Valera 1960

32 tú oirás desde el cielo y actuarás, y juzgarás a tus siervos, condenando al impío y haciendo recaer su proceder sobre su cabeza, y justificando al justo para darle conforme a su justicia.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

32 oye entonces desde el cielo y juzga entre tus siervos, entre el acusador y el acusado. Castiga al culpable según su merecido y absuelve al inocente debido a su inocencia.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

32 escúchalo desde lo alto del cielo e intervén. Juzga a tus servidores, condena al culpable y haz recaer sobre su cabeza su falta, pero haz justicia al inocente proclamando su inocencia.

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La Biblia Textual 3a Edicion

32 entonces escucha Tú desde los cielos, y haz justicia a tus siervos, condenando al malvado para traer su conducta° sobre su propia cabeza, y justificando al justo para retribuirle conforme a su justicia.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

32 escucha tú desde el cielo y actúa; haz justicia con tus siervos, condenando al que es culpable, de suerte que su mala conducta recaiga sobre su cabeza, y justificando al que es inocente y retribuyéndole conforme a su justicia.

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1 Reyes 8:32
22 Перекрёстные ссылки  

“Si, cuando entre algunos hubiera pleito y, llegado el juicio, absolviendo los jueces al justo y condenando al reo,


El alma que pecare, ésa morirá; el hijo no llevará sobre sí la iniquidad del padre, ni el padre la del hijo; la justicia del justo será sobre él, y sobre él será la iniquidad del malvado.'


dé a logro y reciba a usura, ¿vivirá éste? No vivirá. Hizo todas esas abominaciones, de cierto morirá. Recaerá su sangre sobre él.


que mantiene su gracia por mil generaciones, y perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, pero no los deja impunes, y castiga la iniquidad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación.”


Y yo viví algún tiempo sin ley, pero sobreviniendo el precepto, revivió el pecado


porque no son justos ante Dios los que oyen la Ley, sino los cumplidores de la Ley, ésos serán declarados justos.


Yo, pues, os juzgaré a cada uno según sus caminos, ¡oh casa de Israel! dice Yahvé. Volveos y convertios de vuestros pecados, y así no serán la causa de vuestra ruina.


Quien absuelve al reo y quien condena al inocente, ambos son abominables a Yahvé.


Comerán el fruto de sus obras y se hartarán de sus consejos.


Darále a beber el agua; y si se hubiere contaminado, siendo infiel a su marido, el agua de maldición entrará en ella con su amargura, se le hinchará el vientre, se le secarán los muslos y será maldición en medio de su pueblo.'


Aléjale de toda mentira y no hagas morir al inocente y al justo, porque yo no absolveré al culpable de ello.


Remunerábame Yahvé conforme a mi justicia, según la pureza de mis manos me pagaba,


Y me retribuyó Yahvé conforme a mi justicia y según la limpieza de mis manos a sus ojos.


En Yahvé será justificada y glorificada toda la progenie de Israel.


Si un hombre ofende a otro hombre, está de por medio Dios para juzgarle; pero si un hombre ofende a Yahvé, ¿de quién puede esperar la intervención?” No hicieron caso de lo que les decía su padre, pues quería Yahvé matarlos.'


Haga caer Yahvé esa sangre sobre su cabeza, pues mató a dos hombres más rectos y mejores que él, dándoles la muerte con la espada, sin que nada supiera mi padre, David: a Abner, hijo de Ner, jefe del ejército de Israel, y a Amasa, hijo de Jeter, jefe del ejército de Judá.


Su sangre caerá sobre la cabeza de Joab y sobre la de sus descendientes por siempre, mientras que sobre David y su descendencia, sobre su casa y su trono, dará siempre Yahvé su paz.”


pero, habiéndose presentado Ester al rey, mandó el rey por escrito hacer recaer sobre la cabeza de Aman el maligno proyecto que él había hecho contra los judíos, y le colgó de la horca a él y a sus hijos.


Es Yahvé quien juzga a los pueblos. Defiende, Yahvé, mi causa según la justicia y según la inocencia que hay en mí.


Así, pues, haré yo: no perdonará mi ojo, no tendré compasión, haré recaer sus obras sobre sus cabezas.


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