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1 Reyes 19:3 - Biblia Nacar-Colunga

3 Temió, pues, Elías y se levantó y huyó para salvar su vida, y llegó a Berseba, que está en Judá; y dejando allí a su siervo,'

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Biblia Reina Valera 1960

3 Viendo, pues, el peligro, se levantó y se fue para salvar su vida, y vino a Beerseba, que está en Judá, y dejó allí a su criado.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 Elías tuvo miedo y huyó para salvar su vida. Se fue a Beerseba, una ciudad de Judá, y dejó allí a su sirviente.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 Elías tuvo miedo y huyó para salvar su vida. Llegó a Berseba en el territorio de Judá y allí dejó a su sirviente.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 Y él tuvo temor, y se levantó y huyó para salvar su vida; y llegó a Beerseba (que es de Judá) y dejó allí a su siervo.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 Elías sintió miedo, se levantó y se puso en camino para salvar su vida. Al llegar a Berseba de Judá, dejó aquí a su criado.

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1 Reyes 19:3
13 Перекрёстные ссылки  

Por eso se llamó aquel lugar Bersebá,


Pero todo esto sucedió para que se cumpliesen las Escrituras de los profetas. Entonces todos los discípulos le abandonaron y huyeron.


a causa de la alteza, de mis revelaciones. Por lo cual, para que yo no me engría, fue me dada una espina en la carne, un emisario de Satanás, que me abofetea, para que no me engría.


(5) Judá e Israel habitaban seguros, cada uno debajo de su parra y de su higuera, desde Dan hasta Berseba, durante toda la vida de Salomón.


David se dijo: “Un día u otro voy a perecer a manos de Saúl; lo mejor será que luego me refugie en la tierra de los filisteos, para que desista Saúl de buscarme en la de Israel; así escaparé de sus manos.”


El faraón supo lo que había pasado, y buscaba a Moisés para darle muerte; pero éste huyó del faraón y se refugió en la tierra de Madián.'


Se levantó, pues, Abraham de mañana y, cogiendo pan y un odre de agua, se lo dio a Agar, poniéndoselo a la espalda, y con ello al niño, y la despidió. Ella se fue y erraba por el desierto de Bersabé.


el primogénito, de nombre Joel, y el segundo, de nombre Abia, y juzgaban en Berseba.


Y aunque me dije: “No me acordaré de él, no volveré a hablar en su nombre,” es dentro de mí como fuego abrasador, encerrado dentro de mis huesos, y me he fatigado por soportarlo, pero no puedo.


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