Esta carta va dirigida a Tito, mi verdadero hijo por medio de la fe en Dios que tenemos en común. Ten gracia y paz de Dios el Padre, y de Cristo Jesús, nuestro Salvador.
Ellos le dijeron a la mujer: “Ahora nuestra confianza en él no es por lo que tú nos dijiste sino porque nosotros mismos lo hemos oído. Estamos convencidos de que él es realmente el Salvador del mundo”.
Les escribo a todos ustedes que están en Roma, que son amados de Dios y están llamados para ser su pueblo especial. ¡Gracia y paz a ustedes de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo!
Obligué a Tito para que fuera a verlos, y envié a otro hermano con él. ¿Acaso Tito se aprovechó de ustedes? No, porque ambos tenemos el mismo espíritu y usamos los mismos métodos.
Como tenemos el mismo espíritu de confianza en Dios al que se refiere la Escritura cuando dice: “Creí en Dios, por tanto hablé”, nosotros también creemos en Dios y hablamos de él.
Si alguno pregunta sobre Tito, digan que es mi compañero. Trabaja conmigo en favor de ustedes. Los otros hermanos son representantes de las iglesias y que honran a Cristo.
Estoy tan agradecido con Cristo Jesús, nuestro Señor, por la fuerza que me ha dado, y porque me ha considerado fiel, designándome para trabajar para él.
Esta carta viene de parte de Pablo, apóstol de Cristo Jesús y escogido por Dios, y es enviada con el fin de contar sobre la promesa de una vida real, es decir, en Cristo Jesús.
pero que a su debido tiempo reveló por medio de su palabra, en el mensaje que se me encomendó predicar, siguiendo el mandato de Dios, nuestro Salvador.
Esta carta viene de parte de Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, quien la envía a los que participan con nosotros de la preciosa fe en nuestro Dios y Salvador Jesucristo, el único que es verdaderamente justo y bueno.
Si las personas logran escapar de la influencia malvada del mundo al conocer al Señor y Salvador Jesucristo, y luego quedan atrapadas nuevamente en el pecado y son vencidas por él, son peor de lo que eran al principio.
Amigos, desde antes ya anhelaba la oportunidad de escribirles acerca de la salvación de la cual somos partícipes. Pero ahora necesito escribirles urgentemente y animarlos a defender enérgicamente la verdad acerca de Dios, que fue dada una vez y para siempre al pueblo santo de Dios.