Todos nos hemos vuelto impuros, y todas las cosas buenas que hacemos son como trapos sucios. Nos marchitamos y morimos como hojas de otoño, y nuestros pecados, como el viento, se los lleva.
Si atienden de manera especial al hombre bien vestido y le dicen: “Por favor, siéntate aquí en esta silla de honor”, mientras que al pobre le dicen: “Siéntate allá, o siéntate en el piso, a mis pies;”