“¿Así que has venido a buscarme, mi enemigo?” preguntó Acab a Elías. “Te he encontrado, porque te has vendido a hacer lo que es malo a los ojos del Señor”, respondió Elías.
Entonces Sedequías, hijo de Quená, fue y abofeteó a Micaías en la cara, y le preguntó: “¿A dónde se fue el Espíritu del Señor cuando me dejó hablar contigo?”
Pero ellos ridiculizaban a los mensajeros de Dios, despreciaban sus advertencias y se burlaban de sus profetas, hasta que la ira del Señor contra su pueblo fue provocada a tal punto que no pudo ser contenida.