Tus mantos son perfumados con aloe, mirra y casia; te hace feliz la música que es tocada en instrumentos de cuerda en hermosos palacios decorados con marfil.
¿Quién es ese que viene del desierto como una columna de humo, como un sacrificio ardiente perfumado con mirra e incienso, con toda clase de polvos perfumados importados?
Con él estaba Nicodemo, el hombre que había visitado de noche a Jesús anteriormente. Él trajo consigo una mezcla de mirra y aloes que pesaba aproximadamente setenta y cinco libras.