Estas son las palabras del Rey Lemuel, un oráculo, enseñado por su madre.
Hijo mío, presta atención a la instrucción de tu padre, y no rechaces la enseñanza de tu madre.
Estas son las palabras de Agur, hijo de Jaqué. Un oráculo. Esto es lo que dice el hombre. Dios, estoy cansado. No tengo fuerzas.
Como la leche batida produce mantequilla, y retorcer la nariz de alguien la hace sangrar, así mismo agitar la ira causa discusiones.
¿Qué podré enseñarte, hijo mío? Mi hijo a quien parí; el hijo que nació como respuesta a mis votos.
En mi mente siempre está el recuerdo de tu fe sincera en Dios, la misma fe que tenían tu abuela Loida y tu madre Eunice, y sé que esa misma fe sigue viva en ti.
Desde tu niñez has conocido las Escrituras que pueden darte entendimiento para la salvación por la fe en Cristo Jesús.