Un hijo honra a su padre, y un siervo respeta a su amo. Si yo soy su padre, ¿dónde está mi honra? Si soy su amo, ¿dónde está el respeto que me merezco? dice el Señor Todopoderoso entre tus sacerdotes que han mostrado desprecio por mi. Pero tú preguntas: “¿Cómo hemos mostrado desprecio por ti?”
Pero cuando Juan vio que muchos de los fariseos y saduceos venían a ser bautizados, les dijo: “¡Camada de víboras! ¿Quién les advirtió que huyeran del juicio que vendrá?
Pues la responsabilidad cristiana de los hijos o nietos de una viuda es cumplir con las obligaciones que exige su familia, y pagar a sus padres ayudándolos. Esto es lo que agrada a Dios.
En cambio, ustedes son una familia elegida de manera especial, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo que pertenece a Dios. Por eso, pueden revelar las cosas maravillosas que él ha hecho, al sacarlos de la oscuridad a su luz admirable.