Dios odia las oraciones de los que ignoran la ley.
Que cuando sea juzgado y sentenciado, sea hallado culpable. Que sus plegarias sean contadas como pecados.
Si hubiera tenido pecado en mi pensamiento, el Señor no me habría escuchado.
¿Pueden los jueces injustos realmente estar de tu lado, Señor? ¿Aun cuando su corrupción de la ley causa miseria?
El Señor no permitirá que los justos sufran hambre; pero impedirá que los malvados logren lo que desean.
El Señor aborrece el sacrificio de los malvados, pero le complacen las oraciones de los justos.
Si te rehúsas a escuchar el lamento de los pobres, tampoco tus lamentos serán oídos.
Los sacrificios de los malvados son detestables, y peor aún es cuando los traen con motivaciones malvadas.
¡Pero mírense! ¡No son nada y nada pueden hacer! ¡Cualquiera que los elija a ustedes es repugnante!
Aunque ayunen, no escucharé su clamor. Aunque ofrezcan holocaustos y ofrendas de grano, no los aceptaré. Por el contrario, los exterminaré con la espada, el hambre y la peste.
Nosotros sabemos que Dios no escucha a los pecadores, pero sí escucha a todo el que lo adora y hace su voluntad.