Si guardas la ley, eres un hijo sabio; pero si te juntas con malas compañías serás vergüenza de tu padre.
Un hijo que abusa de su padre y ahuyenta a su madre, acarrea vergüenza y desgracia.
El hombre que roba a su madre y a su madre, y dice “no es un crimen”, está a un solo paso de volverse un asesino.
La disciplina y la corrección proporcionan sabiduría; pero el hijo que no recibe disciplina es una vergüenza para su madre.
El hombre que ama la sabiduría, hace feliz a su padre; pero el que visita a las prostitutas, está desperdiciando su dinero.
Unos días más tarde, el hijo menor empacó sus cosas y se fue a un país lejano. Allí gastó todo su dinero, viviendo una vida temeraria.
Pero ahora este hijo tuyo regresa, después de haber desperdiciado tu dinero en prostitutas, ¡y tu matas el becerro gordo para él!’