Tomar parte en la disputa de otra persona es como agarrar a un perro callejero por las orejas.
Los malvados solo piensan en rebelarse, por eso un mensajero cruel será enviado para atacarlos.
Las palabras de los necios los meten en problemas, como si pidieran a gritos una paliza.
Evitar el conflicto es hacer lo correcto. Pero los necios se apresuran a iniciar la discusión.
Serás como un loco lanzando flechas con fuego y matando gente
No discutas con nadie sin razón, si no han hecho nada para hacerte daño alguno.
“Amigo mío”, respondió Jesús, “¿Quién me designó como juez para decidir si esa herencia debe dividirse?” Entonces le dijo a la gente: