Los perezosos extienden su mano hasta el plato, pero están demasiado cansados como para llevarse la comida a la boca.
El Señor se lamentó de haber creado a los seres humanos para habitar la tierra, y le entristeció este pensamiento.
Los perezosos llevan su mano al plato, y ni siquiera la levantan para poner la comida en su boca.