Todo el que contrata a un tonto o a un desconocido errante, es como un arquero que hiere a la gente lanzando flechas al azar.
Si los justos reciben recompensa aquí en la tierra, ¡cuanto más los malvados!
Los tontos repiten su estupidez, así como un perro vuelve a comer su vomito.
Un proverbio dicho por un tonto es tan ridículo como ver a un borracho entre espinos.
Dios se encargará de que todos reciban lo que merecen, conforme a lo que han hecho.