Los ricos y los pobres tienen algo en común: el Señor es su creador.
¿Acaso el mismo Dios no nos hizo a todos?
No tiene en mayor consideración a los ricos que a los pobres, pues todos son personas que él mismo hizo.
Todo el que oprime al pobre insulta a su Creador; pero todo el que los trata con bondad da honra a su Hacedor.
Los pobres y sus opresores tienen algo en común: el Señor les da la vida.
El ojo no puede decirle a la mano: “No te necesito”, o la cabeza decirle al pie: “no te necesito”.
El Señor empobrece a unos, pero enriquece a otros; abate a unos, pero levanta a otros.