porque es bueno que guardes estas palabras en tu mente para que estés listo para compartirlas.
Tus palabras son dulces para mi. Más dulces que la miel en mi boca.
Siempre me aferraré a tus enseñanzas porque tu palabra me llena de felicidad.
Repito en voz alta tus enseñanzas.
Tu palabra me hace tan feliz como aquél que encuentra un inmenso tesoro.
Déjame elevar alabanzas a ti, porque tú me enseñas lo que debo hacer.
Ellos son más valiosos que el oro, incluso el oro más fino; son más dulces que la miel, incluso más que la miel pura, acabada de salir de un panal.
La sabiduría viene de aquellos con buen juicio. Pero los tontos son castigados con una vara.
El consejo de las personas justas ayuda a alimentar a muchos, pero los tontos mueren porque no tienen inteligencia.
Los sabios comparten su conocimiento, pero los necios no piensan de esta mima manera.
Si piensas con sabiduría serás considerado como prudente; si hablas con gracia serás persuasivo.
Porque la sabiduría inundará tu mente, y el conocimiento te hará feliz.
Hoy te explico hoy para que confíes en el Señor. ¡Sí, a ti!
El consejo impartido en el momento correcto es como manzanas de oro con baño de plata.
Te dará verdadera felicidad, y te guiará a una prosperidad llena de paz.
Hijo mío, presta atención a lo que te digo y escucha mis palabras.
No las pierdas de vista y reflexiona sobre ellas,
Escúchame porque tengo valiosas cosas que explicarte.
Cuando recibí tus mensajes, los devoré. Lo que dijiste me hizo muy feliz, me encantó. Te pertenezco, Señor Dios Todopoderoso.
Un sacerdote debe enseñar la verdad acerca de Dios, las personas deben acudir a él para aprender, porque él es el mensajero del Señor Todopoderoso.
Si creen en mí, de ustedes fluirán ríos de agua viva, como dice la Escritura”.
Ofrezcamos, pues, por medio de Jesús, un sacrificio continuo de alabanza a Dios, es decir, hablando bien de Dios, y declarando su carácter.