Sacudí los pliegues de mi túnica y dije: “¡Así es como mi Dios los sacudirá de sus casas y de sus posesiones si no cumplen su promesa! Si no lo hacen, serán sacudidos y acabarán sin nada”. Todos los presentes dijeron: “Amén”, y alabaron al Señor. El pueblo cumplió lo que había prometido.
Porque cualquiera que sea el criterio que usen para juzgar a otros, será usado para juzgarlos a ustedes, y cualquiera que sea la medida que ustedes usen para medir a otros, será usada para medirlos a ustedes.
Cuando el dueño de la casa se levante y cierre la puerta, ustedes estarán afuera tocando, y diciendo: ‘Señor, por favor, ábrenos la puerta’. Pero él les responderá: ‘No los conozco, ni sé de dónde vienen’.
Si alguno de ustedes vive cómodamente en este mundo, y ve a su hermano o hermana en Cristo padeciendo necesidad, pero no tiene compasión, ¿cómo podemos decir que el amor vive en ustedes?