Los malvados se alegran haciendo el mal, y no les importa el mal que le causan a los demás.
Las cosas buenas llegan a aquellos que son generosos con sus préstamos y que son honestos a la hora de hacer negocios.
Comparten de forma generosa, dándole al pobre; el bien que hacen tendrá resultados eternos. Serán respetados grandemente.
Incluso cuando están en su lecho traman planes malignos. Ellos se dedican a una forma de vida que no está bien. Escogen el mal, y no lo niegan.
Las personas malvadas buscan el grano robado, pero las personas justas lo producen ellas mismas.
Los que menosprecian a sus vecinos son pecadores, pero los que son bondadosos con los pobres son bendecidos.
Ellos son felices haciendo el mal, y les gusta la perversión.
Si te rehúsas a escuchar el lamento de los pobres, tampoco tus lamentos serán oídos.
Es mejor vivir en un rincón del terrado, que compartir toda una casa con una esposa conflictiva.
No hagas planes para perjudicar a tu prójimo que vive junto a ti, y que confía en ti.
Ahora, estas experiencias sirven como ejemplo para nosotros, para demostrarnos que no debemos desear lo malo, como lo hicieron ellos.
Todo aquél que no muestra misericordia, será juzgado sin misericordia. ¡Sin embargo, la misericordia triunfa sobre el juicio!
Porque todas las cosas de este mundo, nuestros deseos pecaminosos, nuestro deseo por todo lo que vemos, nuestra jactancia por lo que hemos logrado en la vida, ninguna de esas cosas viene del Padre, sino del mundo.