Si tienes inteligencia, serás lento para enojarte. Serás respetado al perdonar ofensas.
¿No son los ríos de Damasco, de Abana y de Farfar mejores que cualquiera de estos arroyos de Israel? ¿No podría haberme lavado en ellos y haberme curado?” Así que se dio la vuelta y se marchó furioso.
Una persona chismosa anda de aquí para allá divulgando secretos; pero una persona fiel guarda el secreto que le han confiado.
Los necios se enojan con facilidad; pero si eres prudente, ignorarás los insultos.
Si eres tardo para enojarte, eres sabio; pero si te enojas con facilidad, glorificas la estupidez.
Los irascibles provocan los problemas, pero los que tardan en enojarse ayudan a sosegar los conflictos.
Mejor es ser lento para enojarse, que ser poderoso; mejor es tener dominio propio que conquistar una ciudad.
El comienzo de una discordia es como la primera grieta en una presa de agua, así que abandónala antes de que la discusión estalle.
No digas: “Me pagarás por este mal que me has hecho”. Déjaselo al Señor, y él te ayudará.
Evitar el conflicto es hacer lo correcto. Pero los necios se apresuran a iniciar la discusión.
Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber.
Los tontos dejan salir toda su rabia, pero los sabios la contienen.
Sean amables y compasivos unos con otros, perdonándose unos a otros, así como Cristo los perdonó a ustedes.
Recuerden esto, mis queridos amigos: todos deberían ser prontos para escuchar, pero lentos para hablar y lentos para enojarse,