Los ricos ven la riqueza como una ciudad fortificada. Es como un muro alto en su imaginación.
La riqueza de los ricos les provee protección, pero la pobreza de los pobres los lleva a la ruina.
La riqueza no te ayudará en el día del juicio, pero la bondad te salvará de la muerte.
El orgullo conduce a la destrucción. La humildad precede a la honra.
Los ricos se ven a sí mismos como sabios, pero los pobres con inteligencia pueden verlos como son en realidad.
Porque la sabiduría trae seguridad, al igual que el dinero, pero la ventaja para los que tienen sabiduría es que se mantienen sanos y salvos.
Díganle a todos que esto es lo que dice el Señor: Los cadáveres quedarán donde caen como el estiércol en los campos, tirados allí como tallos de grano recién cortado detrás del segador, sin que nadie los recoja.
La roca en la que confían no es como nuestra Roca, como incluso nuestros enemigos admiten.