¿Quién puede compararse con los verdaderos sabios? ¿Quién sabe interpretar las cosas? Si tienes sabiduría tu rostro se ilumina y tu mirada severa se suaviza.
Porque todas las cosas de este mundo, nuestros deseos pecaminosos, nuestro deseo por todo lo que vemos, nuestra jactancia por lo que hemos logrado en la vida, ninguna de esas cosas viene del Padre, sino del mundo.