La bondad protege a los que viven en rectitud; pero el pecado destruirá a los malvados.
Salomón contestó: “Si es un hombre honorable, no se le caerá ni un pelo. Pero si se muestra malvado, morirá”.
A causa de este pecado, la casa de Jeroboam fue borrada, destruida por completo de la faz de la tierra.
Sacrificó a los dioses de Damasco, cuyo ejército lo había derrotado, pues se dijo: “Ya que los dioses de los reyes de Aram los ayudaron, les sacrificaré a ellos para que me ayuden”. Pero esto llevó a la ruina a Acaz y a todo Israel.
Felices son los que hacen lo recto y siguen las enseñanzas del Señor.
No permitas que la gente que calumnia a otros hereden la tierra prometida. Que los desastres derriben a la gente violenta.
Aquellos que viven sin falta y hacen lo correcto. Aquellos que dicen la verdad con sinceridad.
Que la integridad y la honestidad me defiendan, porque puse mi confianza en ti.
¡El Señor es mi luz y mi salvación! ¿Quién podrá asustarme? ¡El Señor es la fortaleza de mi vida! ¿De quién he de sentirme aterrorizado?
El camino del Señor protege a los que hacen el bien, pero destruye a los que hacen el mal.
El Señor odia las mentes perversas, pero se complace con los que viven una vida de obediencia.
La honestidad es la guía de los que hacen el bien, pero el engaño destruye a los mentirosos.
El Dios de justicia ve lo que sucede en las casas de los malvados, y los derriba hasta el desastre.
Los malvados quedarán atrapados por causa de sus malas acciones. Las cuerdas de sus pecados los atarán.