Cuando una persona malvada muere, sus esperanzas mueren con ella; la esperanza de los rebeldes se desvanecerá.
Pero los ojos de los malvados fallarán, no podrán escapar, y su única esperanza es la muerte”.
Mas los impíos mirarán todo esto y se enojarán; rechinarán sus dientes con ira. Se consumirán, y todo lo que esperaban vendrá a ser nada.
Tan solo después de un suspiro vuelven al polvo, y ese día todos sus planes mueren con ellos.
Los justos esperan felicidad, pero la esperanza de los malvados se derrumbará.
El camino del Señor protege a los que hacen el bien, pero destruye a los que hacen el mal.
Los rectos son librados de las dificultades, pero los malvados estarán en dificultades.
Los malvados son derribados por sus propias acciones, pero los que viven en rectitud están confiados hasta la muerte.
¿Seguirás afirmando que eres un dios ante los que te están matando? Sólo serás otra víctima humana, no un dios, a los ojos de tus atacantes.