Cuando todos los oficiales vinieron a Jeremías queriendo saber, él les repitió exactamente lo que el rey le había dicho que dijera. Entonces no le preguntaron nada más, porque nadie había oído lo que se había dicho.
Además ellas se acostumbran a una vida de pereza, donde simplemente se visitan unas a otras en sus casas. No solo son perezosas, sino que andan en chismes y se entrometen hablando de cosas que no deberían.
“¡Nuestras vidas por las vidas de ellos!” le respondieron los hombres. “Si no le dices a nadie sobre esto, te trataremos justa y fielmente cuando el Señor nos entregue la tierra”.