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Referencias Cruzadas
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Oseas 13:10

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¿Dónde está tu rey? ¡Que venga y salve todas tus ciudades! ¿Dónde están tus líderes que me exigían un rey y un príncipe?

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26 Referencias Cruzadas  

Cuando todos los israelitas se enteraron de que Jeroboam había regresado, enviaron a buscarlo, lo convocaron a la asamblea y lo nombraron rey de todo Israel. Sólo la tribu de Judá quedó en manos de la casa de David.

Pero entonces el rey de Asiria descubrió que Oseas estaba siendo desleal. Oseas había enviado mensajeros a So, rey de Egipto, pidiendo ayuda, y también había dejado de enviar el tributo anual al rey de Asiria como lo había hecho anteriormente. Entonces el rey de Asiria arrestó a Oseas y lo puso en prisión.

¡Señor, tu eres Rey por siempre y para siempre! Las naciones desaparecerán de sus tierras.

Que Israel celebre a su Creador. Que el pueblo de Sión se alegre en su Rey.

Dios, tú eres mi rey. ¡Nos diste victorias en nombre de Jacob!

Pero tu, Dios, eres nuestro rey desde hace mucho tiempo. Nos has salvado muchas veces en esta tierra.

Sí, el Señor es el único que nos protege, y nuestro rey pertenece al santo de Israel.

Porque el Señor es nuestro juez, el Señor es nuestro legislador, el Señor es nuestro rey. Él es quien nos salvará.

Yo soy el Señor, tu Santo, el Creador de Israel y tu Rey.

Entonces, ¿dónde están esos “dioses” suyos que se han fabricado? ¡Que vengan a ayudarlos cuando estén en apuros! Que los salven si pueden, porque ustedes, israelitas, tienen tantos dioses como pueblos.

Escucha a mi pueblo clamando por ayuda desde una tierra lejana, preguntando: “¿Ya no está presente el Señor en Sión? ¿Se ha ido su Rey?” ¿Por qué me han hecho enojar, adorando sus imágenes esculpidas y sus inútiles ídolos extranjeros?

El rey, el ungido del Señor, el “aliento de vida” de nuestra nación, fue atrapado y capturado por ellos. Habíamos dicho de él: “Bajo su protección viviremos entre las naciones”.

Entonces dirán: “No tenemos rey, porque no tememos al Señor, ¿y acaso qué hará un rey por nosotros?”

Pero yo soy el Señor que te sacó de la tierra de Egipto. No conocerás a otros dioses, sino solo a mi. Nadie puede salvarte si no yo.

Porque el pueblo de Israel durará muchos días sin rey ni príncipe, sin altar de piedras, sin imágenes paganas ni santuarios idólatras.

Todos arden como un horno ardiente y devoran a sus líderes. Todos sus reyes han caído, y ninguno me invoca.

Nombraron reyes sin mi aprobación y eligieron príncipes sin hacérmelo saber. Elaboraron ídolos con su oro y su plata para su propia destrucción.

El Señor será el rey sobre toda la tierra. Ese día habrá un verdadero Señor, y su nombre será el único.

“¡Rabí, tu eres el Hijo de Dios, el rey de Israel!” exclamó Natanael.

“Haz lo que el pueblo te diga”, le dijo el Señor a Samuel, “porque no es a ti a quien rechazan, sino a mí como su rey.




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