Selá también tuvo un hijo que se llamaba Tubal-Caín y era un herrero que forjaba toda clase de herramientas de hierro y bronce. La hermana de Tubal-Caín se llamaba Naamá.
El sacerdote Eleazar dijo a los soldados que habían ido a la batalla: “Estos son los preceptos legales que el Señor ha ordenado llevar a cabo a Moisés:
todo lo que no se queme, debe ser puesto al fuego para que quede limpio. Pero todavía tiene que ser purificado usando agua de purificación. Todo lo que se quema debe ser pasado por el agua.