porque todos los primogénitos son míos. Cuando maté a cada primogénito en Egipto, separé como sagrado para mí a todos los primogénitos de Israel, humanos y animales. Son míos. Yo soy el Señor”.
Llevaremos los primogénitos de nuestros hijos y de nuestro ganado y de nuestras manadas y rebaños al Templo de nuestro Dios, a los sacerdotes que allí ejercen su ministerio, como lo exige la Ley.
El Faraón se negó obstinadamente a dejarnos ir, así que el Señor mató a todos los primogénitos de la tierra de Egipto, tanto humanos como animales. Por eso sacrificamos al Señor el primogénito de cada animal, y compramos todos los primogénitos de nuestros hijos’.
Lo mejor de todas las primicias y de todas sus ofrendas es para los sacerdotes. El primer pan que hornees se lo darás al sacerdote, para que tu casa sea bendecida.
“Nadie puede dedicar el primogénito del ganado, porque el primogénito pertenece al Señor. Ya sea que se trate de ganado vacuno, ovino o caprino, son del Señor.
Todo primogénito, ya sea humano o animal, que se ofrezca al Señor es tuyo. Pero debes redimir todo primogénito y todo primogénito de los animales inmundos.
Mira, yo mismo he elegido a tus hermanos los levitas de los israelitas como mi regalo para ti, dedicado al Señor para hacer el trabajo que relaciona el Tabernáculo de Reunión.
Aparta a los levitas para mí. Yo soy el Señor. Ellos están en lugar de todos los primogénitos de los israelitas. El ganado de los levitas está en lugar de todo el ganado primogénito de los israelitas”.
Han venido a la iglesia de los primogénitos cuyos nombres están escritos en el cielo; a Dios, el juez de todos, y donde están las personas buenas, cuyas vidas están completas.