Dejaron a un lado los holocaustos que debían entregarse a las familias de los laicos, por división, para que los ofrecieran al Señor, como lo exige el Libro de Moisés. Lo mismo hicieron con los toros.
“Si tu ofrenda es una ofrenda quemada de un rebaño de ganado, debe ofrecer un macho sin ningún defecto. Llévalo a la entrada del Tabernáculo de Reunión para que sea aceptado por el Señor.
Sus ofrendas de grano se harán con la mejor harina mezclada con aceite de oliva: tres décimas de efa para cada toro, dos décimas de efa para el carnero,
Presenten estas ofrendas junto con sus libaciones además del holocausto continuo y su ofrenda de grano. Asegúrate de que los animales sacrificados no tengan defectos”.