“Dios no es un ser humano que mentiría. No es un simple mortal que cambia de opinión. ¿Acaso él dice que va a hacer algo, pero no lo hace? ¿Acaso hace promesas que no cumple?
Quédate aquí en este país. Yo estaré contigo y te bendeciré, porque voy a darte a ti y a tus descendientes todas estas tierras. Yo guardaré la promesa solemne que yo le juré a tu padre Abraham.
¡Escucha! Yo estoy contigo y te cuidaré dondequiera que vayas. Yo te traeré de regreso a esta tierra. No te abandonaré, porque voy a hacer lo que te prometí”.
Los de la familia de Jeroboam que mueran en la ciudad serán devorados por los perros, y los que mueran en el campo serán devorados por las aves. Porque el Señor lo ha dicho.
El oficial que era ayudante del rey le dijo al hombre de Dios: “¡Aunque el Señor abriera ventanas en el cielo no podría suceder lo que tú dices!”. Eliseo respondió: “Lo verás con tus propios ojos, pero no podrás comer nada de eso”.
Dios, hablas como si esto fuera poco a tus ojos, y también has hablado del futuro de mi casa, de la dinastía de mi familia. Tú también me ves como alguien muy importante, Señor Dios.
Estoy llamando a un ave de rapiña del este, un hombre de un país lejano que llevará a cabo mi plan. He hablado, y me aseguraré de que así sea. He hecho mi plan y lo llevaré a cabo.
No cederé al ardor de mi ira, no destruiré a Efraín de nuevo. Porque yo soy Dios, y no un ser humano. Yo soy el Santo que vive entre ustedes. No entraré en sus ciudades.
Con fidelidad le darás tu verdad al pueblo de Jacob, y tu amor al pueblo de Abraham, tal como se lo prometiste a nuestros padres hace mucho tiempo atrás.
Porque la visión es para un tiempo futuro. Es sobre el fin y no miente. ¡Si parece demorarse en su cumplimiento, espera, porque sin duda llegará y no tardará!
¡Yo, el Señor, así lo he dicho! Verán por ustedes mismos que haré esto con estos malvados israelitas que se han unido para oponerse a mí. Sus vidas acabarán en el desierto, y morirán allí”.
De modo que por estas dos acciones que no pueden cambiarse, y, como Dios no puede mentir, podemos tener plena confianza en que al huir buscando seguridad, podemos aferrarnos de la esperanza que Dios nos presentó.
Pero él se convirtió en sacerdote con un juramento porque Dios le dijo: “El Señor ha hecho un juramento solemne y no cambiará de opinión: Tú eres sacerdote para siempre”.
Todo lo que es bueno, todo don perfecto, viene de arriba, y desciende del Padre que hizo las luces del cielo. A diferencia de ellas, él no cambia, él no varía ni arroja sombras.