A la hora del sacrificio vespertino, el profeta Elías se acercó al altar y oró: “Señor, Dios de Abrahán, de Isaac y de Israel, demuestra hoy que eres Dios en Israel, que yo soy tu siervo y que todo lo que he hecho ha sido por orden tuya.
“Yo estaré contigo”, respondió el Señor, “y esta será la señal de que soy yo quien te envía: cuando hayas sacado al pueblo de Egipto, adorarás a Dios en este mismo monte”.
“Cuando el Faraón te pregunte: ‘¿Por qué no haces un milagro, entonces?’ dile a Aarón: ‘Toma tu bastón y tíralo delante del Faraón’, y se convertirá en una serpiente”.
Esto es lo que dice el Señor Todopoderoso: No presten atención a lo que dicen estos profetas cuando les profetizan. Te están engañando con visiones que inventan en su propia mente. No vienen de mí.
Zorobabel con sus propias manos estableció los cimientos de este Templo, y será completado de la misma forma. Entonces sabrás que el Señor Todopoderoso me ha enviado.
que aunque me dieras todo tu palacio lleno de plata y oro, no podría hacer nada de lo que quisiera ni desobedecer el mandato del Señor mi Dios de ninguna manera? Sólo puedo decir lo que el Señor me dice.
Yo no puedo hacer nada por mi propia cuenta. Juzgo basándome en lo que se me dice, y mi decisión es justa, porque no estoy haciendo mi propia voluntad sino la voluntad de Aquél que me envió.
Cuando un profeta habla en el nombre del Señor y lo que dice no sucede o se hace realidad, entonces eso no es un mensaje del Señor. En ese caso el profeta ha hablado con desprecio por el Señor. No se dejen intimidar por él.