Y a David le dijeron: “Ahitofel es uno de los que conspiran con Absalón”. Así que David oró: “Señor, por favor, haz que el consejo de Ahitofel no prospere”.
Señor, por favor responde a mi oración y a las oraciones de los que aman adorarte. Por favor, permíteme tener éxito hoy y haz que el rey simpatice conmigo’”. Yo era el copero del rey.
Entonces oré: “Por favor, Señor Dios del cielo – el Dios grande y asombroso que mantiene su acuerdo de amor confiable con los que lo aman y guardan sus mandamientos –
Pero yo respondí, diciéndoles: “El Dios del cielo se encargará de que tengamos éxito. Nosotros, sus siervos, comenzaremos a reconstruir, pero Jerusalén no les pertenece, y ustedes no tienen autoridad ni derecho sobre ella”.
“Si le agrada a Su Majestad, y si está contento conmigo, le pido que me envíe a Judá, a la ciudad donde están enterrados mis antepasados, para que pueda reconstruirla”.
Mientras bebían el vino, el rey le preguntó a Ester: “¿Qué es lo que realmente pides? Se te dará. ¿Qué quieres? Lo tendrás, tanto como la mitad de mi imperio”.
En esta segunda cena, mientras bebían vino, el rey volvió a preguntar a Ester: “¿Qué es lo que realmente pides, reina Ester? Se te dará. ¿Qué quieres? Lo tendrás, tanto como la mitad de mi imperio”.