Entonces les expliqué lo bueno que había sido Dios conmigo y lo que me había dicho el rey. “Pongámonos a reconstruir”, respondieron, y se pusieron a trabajar con entusiasmo.
Estos fueron los líderes de los poderosos guerreros de David que, junto con todos los israelitas, le dieron un fuerte apoyo para que se convirtiera en rey, tal como el Señor había prometido que sucedería con Israel.
Ezequías se puso a trabajar y reconstruyó todas las partes de la muralla que se habían caído y construyó torres en ella. También construyó otro muro fuera del primero. Reforzó el Milo en la ciudad de David. También hizo una gran cantidad de armas y escudos.
Entonces celebraron la Fiesta de los Panes sin Levadura durante siete días. Todos los habitantes del país estaban muy contentos porque el Señor había hecho que el rey de Asiria les fuera favorable, ayudándoles a reconstruir el Templo de Dios, el Dios de Israel.
Que se me proporcione también una carta para Asaf, guardián del bosque del rey, a fin de que me dé madera para hacer vigas para las puertas de la fortaleza del Templo, para las murallas de la ciudad y para la casa en que viviré”. Como mi Dios bondadoso estaba sobre mí, el rey me dio lo que le pedí.