El gobernador les ordenó que no comieran nada de los sacrificios del santuario hasta que un sacerdote pudiera consular con el Señor sobre el asunto a través del Urim y el Tumim.
Después de ellos estaban Benjamín y Jasub, que hicieron reparaciones frente a su casa, y junto a ellos, Azarías, hijo de Maasías, hijo de Ananías, hizo reparaciones junto a su casa.