Sin embargo, su pueblo también fue exiliado, y llevado en cautividad. Sus bebés fueron descuartizados por las calles. Sus nobles fueron atados con cadenas y llevados como sirvientes, elegidos al azar.
“¿Por qué lloras, mi señor?” , preguntó Jazael. “Porque sé las cosas malas que les vas a hacer a los israelitas”, le respondió Eliseo. “Prenderás fuego a sus fortalezas, matarás a sus jóvenes con la espada, harás pedazos a sus pequeños y desgarrarás a sus mujeres embarazadas”.
así el rey de Asiria conducirá a los prisioneros egipcios y a los exiliados etíopes, jóvenes y viejos, desnudos y descalzos. Sus nalgas estarán desnudas, para vergüenza de Egipto.
Levántate y clama al comenzar la noche. Derrama tus pensamientos tristes como agua ante el Señor. Alza tus manos hacia él en oración por la vida de tus hijos que desfallecen de hambre en cada esquina.
Samaria tendrá que acarrear las consecuencias de su culpa, por haberse rebelado contra su Dios. Ellos serán destruidos con espada, sus hijos serán estrellados contra el piso, y las mujeres embarazadas quedarán desgarradas.
Esto es lo que dice el Señor: El pueblo de Amón ha pecado en repetidas ocasiones y por ello no vacilaré en castigarlos, porque han abierto los vientres de mujeres embarazadas en Galaad, como parte de su guerra para ensanchar su territorio.
Ese día te quedaste de pie a un lado, mientras un pueblo extraño robó su riqueza, los extranjeros entraron por sus puertas y se repartieron Jerusalén echando suertes, y tú actuaste como uno de ellos.