¿Se complacerá el Señor con miles de carneros, o con diez mil ríos de aceites? ¿Sacrificaré a mi primogénito por mi rebelión, y daré mi propia carne y mi sangre por los pecados que he cometido?
Siguió los caminos de los reyes de Israel, e incluso sacrificó a su hijo en el fuego, participando en las prácticas repugnantes de las naciones que el Señor había expulsado ante los israelitas.
Incluso sacrificó a su propio hijo como holocausto, y utilizó la adivinación y la brujería, y trató con médiums y espiritistas. Hizo mucho mal a los ojos del Señor, haciendo que éste se enojara.
Entonces el rey de Moab tomó a su hijo primogénito, que estaba destinado a sucederlo, y lo sacrificó como holocausto en el muro de la ciudad. Un gran enojo se apoderó de los israelitas, así que se fueron y regresaron a su país.
Han construido santuarios paganos a Baal donde queman a sus hijos en el fuego como ofrendas a Baal. Esto es algo que nunca ordené ni siquiera mencioné. Nunca pensé en algo así.
Han construido santuarios paganos en Tofet, en el Valle de Hinom, para poder sacrificar a sus hijos e hijas quemándolos en el fuego. Esto es algo que nunca ordené. Nunca pensé en algo así.
Porque han cometido adulterio y son culpables de asesinato. Han cometido adulterio con sus ídolos, y hasta han ofrecido a sus hijos, que tenían para mí, como sacrificios a sus ídolos.
Cuando pasaron los dos meses, volvió a su padre, y él hizo con ella lo que había prometido, y quedó virgen. Este es el origen de la costumbre en Israel
“¿Qué crees que prefiere el Señor? ¿Los holocaustos y los sacrificios? ¿O que seas obediente a su palabra?” le preguntó Samuel. “¡Escucha! ¡La obediencia es mejor que los sacrificios! Prestar atención es más importante que ofrecer la grasa de los carneros.