Si un falso profeta viniera ante ustedes con mentiras, diciendo: “Les predicaré sobre los beneficios del vino y el alcohol”, ese sería el profeta perfecto para la clase de pueblo que son ustedes.
Pero el viejo profeta le dijo: “Yo también soy profeta, como tú. Un ángel me dijo que Dios había dicho: ‘Llévalo a casa contigo para que tenga algo que comer y beber’”. Pero le estaba mintiendo.
Entonces el rey de Israel sacó a los profetas -cuatrocientos- y les preguntó: “¿Debo subir a atacar Ramot de Galaad, o no?” “Sí, adelante”, le respondieron, “porque el Señor la entregará al rey”.
Pero este pueblo también bebe tanto vino y cerveza que se balancea de un lado a otro y tropieza. Incluso los sacerdotes y los profetas se tambalean, con la mente confundida por la cerveza y el vino. A causa de la bebida, se confunden con las visiones y se equivocan al tomar decisiones.
Los profetas están profetizando mentiras en mi nombre, respondió el Señor. Yo no los envié, ni los elegí, ni les hablé. Es una visión mentirosa, una predicción vacía, un producto engañoso de sus propias mentes lo que te están profetizando.
Pero ahora veo a los profetas de Jerusalén haciendo algo aún más repugnante: Cometen adulterio y sus vidas son una mentira. Apoyan a los malvados, para que nadie deje de pecar. Para mí todos son como Sodoma; la gente de Jerusalén es como Gomorra.
Se la pasan diciendo a la gente que no me respeta: “El Señor dice que ustedes vivirán en paz”, y a todos los que siguen su propia actitud obstinada: “Nada malo les va a pasar”.
Presten atención a esto declara el Señor, me opongo a los que profetizan sueños ficticios. Los cuentan para llevar a mi pueblo al pecado con sus mentiras descabelladas. Yo no los envié ni les di instrucciones, y no le hacen ningún bien a nadie, declara el Señor.
Entonces el profeta Jeremías le dijo al profeta Hananías: “¡Escucha esto, Hananías! El Señor no te envió a ti, pero tú has convencido a este pueblo de creer en una mentira.
Las visiones de tus profetas fueron falsas y sin valor; no señalaron tu culpa para evitar que fueras llevada al cautiverio. En cambio, te presentaron visiones falsas y engañosas.
“Porque han desanimado a la gente buena con sus mentiras, aunque yo no tenía nada contra ellos, y porque has animado a los malvados a que no abandonen sus malos caminos para salvar sus vidas,
No claman a mi con sinceridad en sus corazones, sino que mienten mientras se lamentan en sus camas. Se reúnen y se laceran para obtener grano y vino nuevo, pero se alejan de mi.
Sus líderes juzgan por soborno y sus sacerdotes predican según el precio pagado. Aún así se apoyan en el Señor y dicen: “¿Acaso no está el Señor aquí con nosotros? ¡Nada malo puede sucedernos!”
Esto es lo que el Señor dice dobre los profetas que engañan a mi pueblo. Ellos profetizan paz a quienes los alimentan, y profetizan guerra contra quienes no lo hacen.
Estas personas no sirven a Cristo nuestro Señor sino a sus propios apetitos, y con su forma de hablar lisonjera y palabras agradables engañan las mentes de las personas desprevenidas.
Ellos terminarán completamente perdidos, pues estas personas tienen como “dios” sus propios deseos físicos y están orgullosos de cosas que deberían avergonzarles, pues piensan solo en las cosas de este mundo.