Cuando Simón Pedro vio lo que había ocurrido, se postró de rodillas ante Jesús. “¡Señor, por favor, aléjate mí, porque soy un hombre pecador!” exclamó.
Cuando vio a Jesús gritó, se lanzó a los pies de Jesús y le preguntó en voz alta: “¿Qué quieres conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? ¡Por favor, no me tortures, te lo ruego!”
Samuel hizo lo que el Señor le había dicho y fue a Belén. Cuando los ancianos de la ciudad le salieron al encuentro, se asustaron y le preguntaron: “¿Vienes en son de paz?”