Eliseo dejó los bueyes, corrió tras Elías y le dijo: “Por favor, déjame ir y despedirme de mi padre y de mi madre, y luego te seguiré”. “Vete a casa”, respondió Elías. “Nunca he hecho nada por ti”.
Cuando Jesús se fue de allí, vio a un hombre llamado Mateo que estaba sentado en su cabina de cobro de impuestos. Jesús lo llamó diciéndole “Sígueme”. Entonces él se levantó y siguió a Jesús.
Mientras caminaba, vio a Leví, el hijo de Alfeo, sentado en la mesa de los recaudadores de impuestos. “Sígueme”, le dijo Jesús. Entonces Leví se levantó y siguió a Jesús.
Y aunque ustedes estaban muertos por causa de sus pecados y estaban físicamente “incircuncisos”, Dios los trajo de regreso a la vida junto con él. Y además ha perdonado todos nuestros pecados.