En lugar de ello, ustedes deben acumular sus riquezas en el cielo, donde la polilla y el óxido no las dañan, y donde los ladrones no entran ni las roban.
Él será su apoyo constante durante toda su vida, una fuente abundante de salvación, sabiduría y conocimiento. La reverencia al Señor es lo que enriquece a Sión.
Jesús le dijo: “Si quieres ser perfecto, entonces ve y vende todas tus posesiones, da el dinero a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Entonces ven y sígueme”.
Jesús lo miró con amor y dijo: “Solo te falta una cosa. Ve y vende todo lo que posees, da el dinero a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Entonces ven y sígueme”.
Vendan lo que tienen, y denle el dinero a los pobres. Tomen tesoros que no se agotan: tesoros en el cielo que nunca se acabarán, donde ningún ladrón puede robarlo, ni el moho puede destruirlo.
Cuando Jesús oyó esto, le dijo al hombre: “Aún te falta una cosa. Ve y vende todo lo que tienes, dale el dinero a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. ¡Entonces ven y sígueme!”
Advierte a los que son ricos en el mundo presente para que no se vuelvan orgullosos. Diles que no pongan su fe en la riqueza que es tan efímera, sino en Dios, quien nos da gratuitamente todo para nuestro deleite.
Mostraron compasión con los que estaban en la cárcel, y entregaron con alegría sus posesiones cuando les fueron confiscadas, sabiendo que cosas mejores vendrán para ustedes, cosas que realmente perdurarán.
Y consideró que el rechazo que experimentaría por seguir a Cristo sería de mayor valor que la riqueza de Egipto, porque estaba concentrado en la recompensa que vendría.
Escuchen, mis queridos amigos: ¿Acaso Dios no eligió a los que el mundo considera pobres para que fueran ricos en su fe en él, y para que heredaran el reino que prometió a quienes lo aman?
Conozco las dificultades que afrontas, y cuán pobre eres (pero eres rico), y también conozco el abuso de los que dicen ser judíos y no lo son, sino que pertenecen a la sinagoga de Satanás.