Felices los que tú eliges para que estén cerca de ti, los que viven en tus cortes. ¡Nos deleitamos con las bendiciones que recibimos en tu casa, tu Santo Templo!
¡Entro en mi jardín, hermana mía, novia mía! Recojo mirra con mi especia. Como mi panal con mi miel. Bebo vino con mi leche. ¡Comamos nuestra saciedad de amor! Embriaguémonos de amor!
Los pobres y los necesitados buscan agua, pero no la encuentran; sus lenguas están secas de sed. Yo, el Señor, les responderé; yo, el Dios de Israel, no los abandonaré.
Porque voy a derramar agua sobre la tierra sedienta, y arroyos sobre la tierra seca. Voy a derramar mi Espíritu sobre tu descendencia, y mi bendición sobre tus hijos.
Así que esto es lo que dice el Señor: Mis siervos comerán, pero ustedes tendrán hambre. Mis siervos beberán, pero ustedes tendrán sed. Mis siervos festejarán, pero ustedes se avergonzarán.
“Cuán felices ustedes los pobres, porque el reino de Dios es de ustedes. Cuán felices ustedes los que ahora tienen hambre, porque comerán todo lo que necesiten. Cuán felices ustedes los que ahora están llorando, porque reirán.
Cuánto pesar por los que ahora están saciados, porque estarán hambrientos. Cuánto pesar por ustedes los que ahora ríen, porque llorarán y se lamentarán.
Pero los que beban del agua que yo doy, no volverán a tener sed de nuevo. El agua que yo doy se convierte en una fuente de agua rebosante dentro de ellos, dándoles vida eterna”.
No se preocupen por la comida que perece, sino concéntrense en la comida que permanece, la de la vida eterna, la cual les dará el Hijo del hombre, porque Dios el Padre ha colocado su sello de aprobación en él”.