Entonces Sedequías, hijo de Quená, fue y abofeteó a Micaías en la cara, y le preguntó: “¿A dónde se fue el Espíritu del Señor cuando me dejó hablar contigo?”
Los maestros religiosos y los Fariseos estaban observando a Jesús atentamente para ver si sanaría en sábado. Porque ellos querían encontrar algún motivo para acusarlo.
El hecho mismo de que ustedes tienen demandas interpuestas contra otros ya es un completo desastre. ¿No sería mejor aceptar la injusticia? ¿Por qué no aceptan que otros los defrauden?
No paguen mal por mal, ni reclamen cuando otros sean abusivos, sino bendíganlos, porque a eso fueron llamados, para que puedan recibir bendiciones ustedes mismos también.